Hay temas en los cuales es mejor no opinar; sin embargo, en mi cabeza rondan muchos pensamientos y por mi cuerpo pasan muchos sentimientos.
Siempre he tratado de estar en una posición neutra, especialmente en temas muy controversiales, pero los niños definitivamente tocan mi alma y esta no fue la excepción.
He tenido sentimientos de impotencia sobre los comentarios en los medios acerca del aborto; no estoy a favor, ni en contra, pero recuerdo con escalofrío la pregunta de mi hijo adoptivo: “Mamá ¿Somos abortados?”.
Pensar que esa pudo haber sido una alternativa de su progenitora me llenó de miedo, angustia y tristeza, pero gracias a Dios no fue así y hoy puedo darle a mis hijos todo el amor que cualquier ser humano se merece de una madre.
Adoptar es un proceso hermoso y maravilloso en el que todos tenemos oportunidades: progenitoras tienen la oportunidad de entregar a sus niños para que reciban los cuidados y educación necesarias, adultos podemos convertirnos en padres y los niños, la oportunidad de ser hijos amados y protegidos.
Este proceso nos engrandece y brinda oportunidades de aprendizaje, de crecimiento, para compartir, para soñar, para volar, para volver a ser niños y sanar nuestro niño interior. Todas estas oportunidades son las que colman mi vida y las que me tocan el alma llenándome de amor.
Después de pensar en todas estas posibilidades de crecimiento emocional, solo tuve sentimientos de inmenso agradecimiento, así que le dije: “Eres adoptado, no abortado. Tu progenitora te dio y respetó la vida, a pesar de las dificultades”.
Mis hijos nacieron en mi corazón; fueron deseados, planeados, esperados, anhelados y después de una larguísima espera, llena de muchísimos sentimientos, hoy soy una mamá inmensamente feliz. Hoy sé con convicción que debemos estar agradecidos porque sus progenitoras tuvieron una visión periférica y contemplaron múltiples alternativas para que estos niños hermosos llegaran a mi vida para cambiarla.
Muchas familias se han formado a través de la adopción. Estas mujeres tomaron una decisión con el corazón, empezando con el respeto por la vida y pensando que siempre tenemos diferentes alternativas.
Siempre he tratado de estar atenta para agradecer por todo lo que tenemos, por lo que nos rodea y por el día a día, ya que, muchas veces no percibimos la grandeza de lo simple. Desde ver un amanecer, escuchar los sonidos de la naturaleza, sentir el roce del viento y hoy, especialmente, agradecer por el respeto a la vida.
Agradezco por el inmenso amor que ponen todas las mujeres cuando deciden entregar a sus niños para darles oportunidades de vida, a pesar de su dolor, para que otras mujeres podamos recibirlos como nuestros hijos y llenarnos de amor mutuo.